LOS TRES CEREBROS QUE LLEVAMOS DENTRO

El cerebro  consta de tres partes o cerebros: el cerebro reptil, el cerebro mamífero o emocional y el cerebro humano o racional. 



Los tres están conectados entre sí y cada uno de ellos tiene sus funciones propias y según las vivencias y las sensaciones que tengamos haremos uso de uno u otro cerebro
Cuanto más utilicemos el cerebro humano o racional, menos harán uso de los otros cerebros, más primitivos e instintivos. 
Para ayudarles es necesario que conozcamos las características de esos tres cerebros. Así comprenderemos por qué los bebés y los niños son como son y por qué actúan como actúan.

El cerebro reptil


El cerebro reptil apareció en la evolución hace 300 millones de años. Es un cerebro más bien instintivo que se basa sobretodo en la supervivencia. Controla funciones corporales como el hambre, la digestión y eliminación, la respiración, la circulación, la temperatura, los instintos territoriales y el instinto de huida y lucha (como veis, todo un pack de “accesorios” para preservar la vida y la seguridad de uno mismo).
Se podría decir que es la parte del cerebro que más actúa cuando un bebé nace. Su máxima preocupación es asegurarse el alimento, el calor y en general mantener unas constantes vitales y un bienestar óptimo. En el momento en que algo de esto falta o falla, el bebé lo reclama, pues es precisamente lo que necesita para seguir viviendo.

El cerebro mamífero


Esta parte del cerebro es prácticamente igual al cerebro de los chimpancés. Se le llama también cerebro emocional, ya que es el encargado de generar emociones que el cerebro humano o racional tiene que aprender a controlar.
Este cerebro ayuda al racional a controlar los instintos de huida y lucha del cerebro reptil y de él dependen el miedo, la ira, las relaciones sociales, la angustia de separación, el juego, el instinto maternal (y paternal), el impulso explorador, etc.
Se podría decir que es el “corazón” de las personas. Cuando alguien dice “mi cabeza me dice que haga A, pero mi corazón dice que haga B”, es el cerebro emocional del que habla.
El racional, el que sopesa las cosas según los conocimientos adquiridos y la inteligencia de la persona es el que dice “A”, el cerebro emocional, el que nos provoca un gusanillo en el estómago cuando vemos a la persona que amamos, el que nos hace llorar de tristeza y de alegría entre tantas otras cosas es el que dice “B”, en este ejemplo.

El cerebro humano o racional


El cerebro racional es la parte del cerebro que se desarrolló más tarde a nivel evolutivo y es la que envuelve y en cierto modo controla a los otros dos cerebros, más antiguos e instintivos. Las funciones de este cerebro son la creatividad, la imaginación, la capacidad para resolver problemas, para razonar y reflexionar, la bondad, la empatía, la compasión, la responsabilidad, etc.
Es este cerebro el que nos diferencia del resto de animales, ya que es el que nos otorga la facultad de razonar (que no es simplemente pensar, ya que los animales también piensan, sino la capacidad de pensar en lo que ya hemos pensado o en lo que ya hemos hecho con anterioridad. Es por lo tanto el cerebro que nos permite evolucionar como especie.

Los tres cerebros deben interaccionar

Una vez explicados uno puede pensar que el cerebro humano es el que debe mandar siempre y que debe anular a los otros dos, que son más agresivos, instintivos y peligrosos.
Lo cierto es que lo ideal es que todos estén en funcionamiento y que interaccionen con el sabio manejo del cerebro racional, pero permitiendo que los cerebros emocional y reptil “tengan voz”.
Si por ejemplo un niño crece con una autoestima baja, por la razón que sea, y basa sus aprendizajes y vivencias en continuas corazas para evitar que le hagan daño, puede acabar por dejar de escuchar a su cerebro mamífero como mecanismo de defensa, pasando a vivir una vida demasiado racional, sin capacidad para entablar relaciones afectivas.

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